Octubre 26

Transformación: principios para transformar su vida en un año, un día a la vez.

EFESIOS 4:22-31 LA GRACIA: LUBRICANTE DIVINO QUE SUAVIZA LAS FRICCIONES

“No solo debemos ser receptores del amor, la misericordia y la gracia divina, para tener relaciones saludables necesitamos convertirnos en buenos receptores y excelentes dispensadores de ellas.”

La gracia es el respeto, la cortesía, el miramiento, la urbanidad, la caballerosidad, la amabilidad, la cortesía que elegimos cuando enfrentamos problemas. La gracia divina es el lubricante divino que permite que no sean destructivos los roces entre los humanos. Si no ponemos aceite en el motor de un automóvil, metal con metal se estarían rozando, se recalentarían, el motor se fundiría y el automóvil se dañaría. Lo mismo ocurre con los roces diarios y permanentes que tenemos solo porque somos personas pecadoras y que piensan muy diferente. Por eso es esencial no solo recibir la gracia divina sino utilizarla para que no respondamos basados en convicciones y no en emociones y evitemos las destructivas fricciones.

En todas partes hay quienes crean conflictos y en todas partes hay quienes tienen la suficiente sabiduría como para poder manejarlos. Me encanta convivir con quiénes tienen visión, paciencia y sabiduría. Me encanta compartir con gente madura, visionaria, y sabia, pero no todos aquellos con quienes tenemos oportunidad de compartir se caracterizan por esas virtudes. A veces no tenemos opción y debemos convivir con personas sinceras pero inmaduras, e incluso con individuos conflictivos, inseguros y problemáticos.

No solo como padre he sido testigo de escaramuzas, conflictos, altercados y problemas entre mis hijos, sino que debo ser sincero al decirles que los más grandes conflictos y disputas que he tenido que resolver se han dado en la congregación de los santos, entre quienes hemos sido exhortados a vivir en constante búsqueda de la unidad y llamados a amarnos los unos a los otros para que el mundo crea. Como pastor no existe un momento más doloroso que aquel en que dos de nuestros hijos en la fe han decidido actuar erróneamente o no tienen la sabiduría para manejar un conflicto como cristianos maduros.

Como pastor he experimentado momentos en que todos los que me han rodeado han tenido la "cabeza caliente" y por la gracia de Dios he tenido que ser la "cabeza fría y conciliadora". Las diferencias, los pecados de quiénes amamos, los errores, los juicios erróneos, las malas actitudes estarán siempre presentes en la vida congregacional, laboral y familiar porque no somos perfectos, sino pecadores en camino a la perfección. Somos santos en nuestra posición, pero pecadores en nuestra relación. Las congregaciones grandiosas no son las que no tienen conflictos, sino aquellas en que los miembros han aprendido a evitarlos cuando es posible y a enfrentarlos con sabiduría cuando se requiere. Las congregaciones grandiosas no son aquellas en que sus miembros no piensan, no razonan, no tienen diferencias, no cometen pecados, ni tienen desacuerdos. Esa no es una congregación sino una fábrica de robots. Los cuerpos pastorales exitosos, las juntas de diáconos adecuadas no son aquellas en que existe unanimidad permanente y uniformidad admirable, sino aquellos cuerpos de creyentes donde existe unidad de propósito y libertad para disentir con gracia. Podemos tener desacuerdos y diferencias, pero no debemos vivir en desunión y desarmonía. Por la gracia divina los humanos podemos relacionarnos con Dios, use la misma gracia para relacionarse con todos los demás.

Compromiso:

Señor, me comprometo a vivir pendiente de actuar y responder con gracia para suavizar mis tensiones y evitar los conflictos innecesarios que generan las pasiones.

LECTURA BÍBLICA: Efesios 4: 22-31

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