Julio 24

Transformación: principios para transformar su vida en un año, un día a la vez

Tercera semana: usted y la vida piadosa.

APOCALIPSIS 2:2-5  LA DEVOCIÓN PERSONAL: Enfoque bíblico en la espiritualidad saludable

“Sin una sincera devoción personal es imposible vivir una vida piadosa que entregue la gloria a nuestro Padre celestial con consistencia y nos permita vivir una vida doctrinal y ética de excelencia.”

El cristianismo enseña que todo cristiano tiene la obligación de desarrollar una vida de devoción personal total al Salvador que dio su vida por nosotros y que demanda ser el Señor de nuestras vidas.

Devoción es la inclinación, el amor y la fidelidad que demostramos a alguien y no sólo la manifestamos orando o cantando, sino mediante la aceptación de los principios que el objeto de nuestra devoción enseña y exige. Nuestra devoción es el afecto y dedicación ardiente que sentimos por Dios porque sabemos que Él siempre tiene en mente nuestro bien y que sus mandamientos son siempre buenos. Ese amor profundo por nuestro Dios nos motiva a vivir obedeciendo los principios que Él demanda. No tenemos devoción cuando cumplimos con rutinas de cánticos y oraciones y vivimos ignorando nuestras convicciones.

Los creyentes de Éfeso adoraban bien, defendían valientemente la fe, servían con responsabilidad y eran celosos de la sana doctrina, pero el Señor les dijo: “tengo una queja en tu contra. ¡No me amas a mí ni se aman entre ustedes como al principio! “a pesar de tus adoraciones, canciones y oraciones y de tu pureza doctrinal.  (Apocalipsis 2:2-5)

Lo que más impresiona a Dios es que utilicemos todos los recursos que Él ha provisto para que podamos vivir en santidad y así practicar la devoción genuina. No quiere decirnos “este pueblo de labios me honra pero su corazón esta lejos de mí.” (Mateo 15:8).

Cristo requiere nuestra devoción total que desarrollamos cuando conocemos la verdad, la practicamos y luego oramos, cantamos y adoramos. Sin este tipo de devoción personal que demanda la práctica de los principios que exige aquel a quien somos devotos, nos convertimos en religiosos que siguen rutinas, pero no en discípulos que viven su fe.

Si quiere ser un fiel devoto prométale al Señor:

Me comprometo a tomarte en serio y no dejarme seducir por el activismo religioso ni practicar una adoración hipócrita. Haré mi mejor esfuerzo por conocerte profundamente, conocer tus mandatos con claridad, vivir en santidad para desarrollar una devoción personal que nadie ni nada me la pueda quitar.

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